De profesión abogado y de vocación humilde ilustrador, Javier Escolano nació en el ecuador del siglo pasado, en 1950, en plena posguerra, justo en una década repleta de transformaciones y grandes avances. Se reanudaba la Copa Mundial del mundo, aparecía la primera televisión en color en EEUU, Isabel II se coronaba reina a los 26 años, estábamos en plena guerra fría y vivíamos la década dorada del Rock & Roll.
Quizás por esto, por todos estos cambios a escala mundial y por la situación actual de nuestro país, Escolano decidió en su actual profesión utilizar el humor absurdo como auténtico bote salvavidas para lidiar con los problemas y las vilezas cotidianas de su entorno laboral. Entiende que en las situaciones de mayor tensión es cuando el sentido del humor cobra todo su sentido, y al conseguir sonreír juntos, todas las partes reconocen la parte absurda que encierra todo conflicto, lo que posibilita a la postre el entendimiento.
Su afición por el lápiz y el pincel proviene de su juventud cuando, para ganarse algún dinero, colaboró profesionalmente en diversas publicaciones nacionales como Barrabas y Mata Ratos y después en publicaciones puntuales en revistas de Francia e Italia. Actualmente, compagina su gran vocación con su profesión en un bufete de abogados del que es propietario.
Su apodo, Babel de Lin, se lo puso en su niñez su añorado y querido tío Francisco. Este seudónimo da luz y nombre a un dibujante que por culpa de su profesión debe utilizar en algunos momentos el humor absurdo y disparatado para resolver los problemas ,ya que el acto de sonreír le aumenta el pensamiento creativo y en consecuencia la probabilidad de resolverlo.